LA REFORMA ANTES DE LA REFORMA
JAN HUS (n.Husinetz, 1370 - m.Constanza, 1415)
Casi 100 años antes de que naciera Martín Lutero, practicamente todos los puntos que le llevaron a romper con Roma eran ya defendidos por el inglés John Wycliff, quien negaba al Vaticano el derecho a inmiscuirse en los asuntos de los estados, denunciaba la corrupción de los clérigos y era partidario entre otras cosas de la ocupación de las tierras de la Iglesia y el reconocimiento de la Biblia como única fuente de autoridad religiosa sin necesidad de intermediarios eclesiales. Wycliff negaba la infalibilidad del Papa, y la transubstanciación que permitía la presencia de Cristo en la eucaristía.
El principal seguidor de Wycliff fue Jan Hus, sacerdote bohemio que defendió practicamente las mismas ideas salvo la negación de la transubstanciación. Como sucedería después con Lutero, las ideas de Hus fueron usadas por los dirigentes de turno con razones políticas, en este caso fue el rey Wenceslao IV quien nombró a Hus rector de la universidad Carolina de Praga y predicador de la capilla de Belén como representante de la población checa de Bohemia que se enfrentaba a la nobleza de origen alemán. Tras el derrocamiento de Wenceslao IV por el Papa, Hus fue excomulgado en 1411, por las ideas vertidas en su obra Tractatus de Ecclesia en la que niega que San Pedro fuera cabeza de la Iglesia (la única cabeza de la Iglesia sería Cristo), afirma que la dignidad papal procede del Emperador y arremete contra la corrupción de los sacerdotes y las mismas indulgencias que desencadenarían la Reforma luterana.
En 1414 se reunió el concilio de Constanza, que acabó con el Cisma de Occidente, por el que en aquel momento había tres Papas. Además, el concilio condenó la herejía de John Wycliff. Jan Hus acudió al concilio con un salvoconducto del Emperador, pese a lo cual fue procesado y, al no retractarse de sus ideas, fue quemado en la hoguera en 1415.
La muerte de Hus no hizo sino estimular el movimiento nacionalista checo, que se identificó con sus ideas y le consideró héroe nacional, desencadenando las llamadas guerras husitas, por las que los checos no volvieron realmente al catolicismo, cayendo enseguida en la órbita de los protestantes durante la Reforma. El catolicismo fue de nuevo impuesto por la fuerza tras la Guerra de los Treinta años, aunque hasta hoy subsiste un remanente de husitas.
En la actualidad, tras cincuenta años de comunismo, la República Checa tiene un 27% de católicos, un 1% de protestantes, un 1% de husitas y un 59% que se declara ateo. Poco antes de su muerte en 2005, el Papa Juan Pablo II, siguiendo su política de revisión de los errores históricos de la Iglesia, abrió un proceso de rehabilitación de Jan Hus, probablemente en un intento de atraerse de nuevo a los checos hacia la Iglesia Católica.
Casi 100 años antes de que naciera Martín Lutero, practicamente todos los puntos que le llevaron a romper con Roma eran ya defendidos por el inglés John Wycliff, quien negaba al Vaticano el derecho a inmiscuirse en los asuntos de los estados, denunciaba la corrupción de los clérigos y era partidario entre otras cosas de la ocupación de las tierras de la Iglesia y el reconocimiento de la Biblia como única fuente de autoridad religiosa sin necesidad de intermediarios eclesiales. Wycliff negaba la infalibilidad del Papa, y la transubstanciación que permitía la presencia de Cristo en la eucaristía.
El principal seguidor de Wycliff fue Jan Hus, sacerdote bohemio que defendió practicamente las mismas ideas salvo la negación de la transubstanciación. Como sucedería después con Lutero, las ideas de Hus fueron usadas por los dirigentes de turno con razones políticas, en este caso fue el rey Wenceslao IV quien nombró a Hus rector de la universidad Carolina de Praga y predicador de la capilla de Belén como representante de la población checa de Bohemia que se enfrentaba a la nobleza de origen alemán. Tras el derrocamiento de Wenceslao IV por el Papa, Hus fue excomulgado en 1411, por las ideas vertidas en su obra Tractatus de Ecclesia en la que niega que San Pedro fuera cabeza de la Iglesia (la única cabeza de la Iglesia sería Cristo), afirma que la dignidad papal procede del Emperador y arremete contra la corrupción de los sacerdotes y las mismas indulgencias que desencadenarían la Reforma luterana.
En 1414 se reunió el concilio de Constanza, que acabó con el Cisma de Occidente, por el que en aquel momento había tres Papas. Además, el concilio condenó la herejía de John Wycliff. Jan Hus acudió al concilio con un salvoconducto del Emperador, pese a lo cual fue procesado y, al no retractarse de sus ideas, fue quemado en la hoguera en 1415.
La muerte de Hus no hizo sino estimular el movimiento nacionalista checo, que se identificó con sus ideas y le consideró héroe nacional, desencadenando las llamadas guerras husitas, por las que los checos no volvieron realmente al catolicismo, cayendo enseguida en la órbita de los protestantes durante la Reforma. El catolicismo fue de nuevo impuesto por la fuerza tras la Guerra de los Treinta años, aunque hasta hoy subsiste un remanente de husitas.
En la actualidad, tras cincuenta años de comunismo, la República Checa tiene un 27% de católicos, un 1% de protestantes, un 1% de husitas y un 59% que se declara ateo. Poco antes de su muerte en 2005, el Papa Juan Pablo II, siguiendo su política de revisión de los errores históricos de la Iglesia, abrió un proceso de rehabilitación de Jan Hus, probablemente en un intento de atraerse de nuevo a los checos hacia la Iglesia Católica.
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