ECHANDO CUENTAS
CHARLES TAZE RUSSELL (n. Pittsburgh, 1852 – Pampa, 1916)
Algunos lectores del blog me preguntan de vez en cuando que cual es el método que utilizo para elegir los personajes. La verdad es que no hay método. La razón por la que hoy voy a escribir sobre el fundador de los testigos de Jehová es una visita inesperada que tuve hace unos meses, que me hizo perder una mañana y gracias a la cual encontré este gracioso artículo sobre las veces que el mundo se tenía que haber acabado que, a su vez, me hizo leer algunas cosillas sobre el reverendo Russell y sus simpáticos seguidores. La cosa suele funcionar más o menos así, salvo porque el “arranque” de curiosidad lo produce más veces algo que leo que una señora de mediana edad entradita en carnes que trata de convencerme de que aún me puedo salvar porque Cristo me ama en el portal de mi casa como en esta ocasión. En fin, ahí va:
Charles T. Russell era hijo de un comerciante presbiteriano de origen escocés y su esposa irlandesa. Al parecer era un chico muy inteligente pues su padre le asoció a su negocio de ropa cuando tenía solo doce años. A los trece dejó la iglesia presbiteriana y se hizo congregacionista. A los dieciséis sufrió tal crisis de fe que abandonó sus creencias y se dedicó a estudiar otras religiones como el budismo o el hinduismo. En 1870 se unió a la iglesia adventista, gracias a los sermones de Jonas Wendell. Los adventistas eran un grupo milenarista creado por William Miller quien en 1813 había predicho el fin del mundo para 1843. La decepción que siguió a esa fecha a punto estuvo de acabar con los adventistas, pero surgieron grupos que capearon el temporal de diversas maneras, el de Wendell lo hizo proponiendo una nueva fecha, 1874. Gracias a Wendell, Russell recuperó su interés por la Biblia y empezó a estudiarla sistemáticamente al tiempo que formaba un círculo de íntimos con los que discutía sus lecturas. Entre 1870 y 1874 crearon junto con varios ministros adventistas su corpus particular de creencias. En 1876 recibió un ejemplar de la revista adventista The Herald of the Morning, a través de la cual conoció a su editor Nelson H. Barbour quien parece que le transmitió la idea de que en realidad Cristo había vuelto en 1874 pero de manera invisible y que era muy probable que en 1878 se manifestara a todo el mundo. La idea de Barbour en realidad venía muy bien a los adventistas, que habían quedado un poco desilusionados cuando Cristo no regresó en 1874, abandonando la mayoría su iglesia. Pero sobre todo debió entusiasmar enormemente a Russell porque, convertido en una especie de nuevo Pedro Valdo, vendió todas sus posesiones y se dedicó a financiar la publicación de Barbour, al tiempo que escribía varios libros con sus ideas y trataba de dar a conocer éstas entre los pastores más influyentes.
En abril de 1878 el mundo no se acabó, así que Russell se dedicó a buscar en la Biblia cual era la causa del fallo mientras afirmaba que aún había que predicar mucho para que la gente estuviera preparada para el retorno de Cristo. El debate sobre qué había pasado acabó con su amistad con Barbour. En 1879 Russell fundó su propia revista Zion´s Watch Tower and Herald of Christ´s Presence, se separó de los adventistas definitivamente y se casó con Maria Frances Ackley.
En 1884 fundó la Zion´s Watchtower Tract Society y formó varios grupos de estudios bíblicos cuyos miembros tenían la obligación de difundir los folletos que venía editando desde 1881. En 1890 tenía unos 400 seguidores en los estados colindantes al suyo y se había labrado un nombre como predicador. Sus ideas iban en contra de la Trinidad, así como del concepto comúnmente aceptado de infierno entre otras cosas pero, sin duda, la parte crucial de sus enseñanzas eran las milenaristas. Russell reinterpretó la cronología del famoso obispo Ussher y recurriendo a técnicas tan “sofisticadas” como la piramidología (creía que las fechas de la historia se podían obtener de las medidas de la gran pirámide) llegó a la conclusión de que el mundo se acabaría en 1914. Esta última excentricidad de las pirámides ha hecho que medios próximos a la Iglesia Católica, con la que siempre se llevaron especialmente mal los testigos de Jehová, lo acusen de haber sido masón.
En 1896 la sociedad cambió su nombre para convertirse en Watch Tower Bible an Tract Society, que es como se denomina actualmente. Russell era conocido por aquel entonces prácticamente en todos los Estados Unidos por sus continuos viajes en los que fundaba constantemente nuevas comunidades y por sus artículos que aparecían en muchos de los periódicos del país. Pero no todo era tan bonito, en 1897 su mujer le pidió el divorcio por entender que no tenía suficiente participación en la dirección de la sociedad. A raíz del proceso de separación salieron a la luz todo tipo de acusaciones contra Russell, desde adulterio con múltiples mujeres hasta relaciones indecentes con una joven pupila, pasando por crueldad con su esposa a la que obligaba a mantener una relación célibe al parecer. Además, entre 1911 y 1913 se vio envuelto en un escándalo por la venta de un presunto trigo milagroso que resultó ser una estafa. En 1914, el inicio de la Primera Guerra Mundial le hizo albergar esperanzas de que el fin del mundo llegaría a tiempo después de todo, aunque a su muerte, sucedida en Pampa (Texas) durante uno de sus múltiples viajes, la cosa tenía tan mala pinta que había tenido que retrasarlo a 1918 con la vieja excusa de la venida invisible en 1914.
Sus sucesores siguieron haciendo cuentas y desde entonces han señalado el fin del mundo para 1925, 1940, 1975 y 1995. Pese a semejante historial de “aciertos” la secta rebautizada por el primero de ellos, Joseph Franklin Rutherford, como testigos de Jehová vive hoy en un magnífico estado de salud y cuenta con millones de fieles conversadores y siempre dispuestos a salvar algún alma como quien no quiere la cosa a lo largo y ancho del mundo. Algunos de ellos son vecinos míos, pero ya no me visitan mucho.
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