EL PENÚLTIMO MESÍAS
SABBATAI ZEVI (n. Esmirna, 1626 – m. Dulcigno, 1676)
La historia de los judíos está llena de persecuciones, matanzas y todo tipo de desgracias que los han convertido en un pueblo único. Su constante vagar por el mundo fue siempre acompañado de la idea de ser el pueblo elegido que solo esperaba una señal, un Mesías que les devolvería la gloria. A lo largo de la historia fueron varios los que se apropiaron de este título, uno de los últimos y puede que el más notable fue Sabbatai Zevi.
Nacido en una familia sefardita de Esmirna, Sabbatai Zevi fue destinado al sacerdocio desde la infancia. Su padre, agente comercial de una compañía inglesa, le llevó pronto a la escuela del rabino Joseph Escapa, donde se enseñaba la Torah y el Talmud. Parece que desde el principio el joven Zevi estuvo más interesado en la Cábala y empezó a convertirse en un místico. El hecho de haber nacido el día en el que se conmemora la destrucción del templo de Jerusalén y el contacto con las ideas de los milenaristas ingleses que esperaban el fin del mundo para 1666, así como el hecho de que los judíos esperasen al Mesías en 1648, le llevaron al convencimiento de que él mismo era el elegido. En 1648 se proclamó Mesías de los judíos diciendo en voz alta el nombre de Dios en un altar, algo totalmente prohibido para los hebreos. Para entonces ya tenía un gran número de seguidores en su ciudad natal. En 1651, hartos de sus pretensiones, los judíos de Esmirna le echaron de la ciudad con sus discípulos. Posteriormente fue expulsado de Salónica (donde se casó con la Torah en una ceremonia considerada sacrílega), Atenas, Constantinopla y varias ciudades más del imperio otomano, pese a lo cual su fama iba creciendo, y algunos de los más famosos rabinos se ponían de su parte. Al final acabó recalando en el Cairo bajo la protección de un rico judío funcionario del sultán. En 1663 viajó a Jerusalén, donde su aparentemente profunda piedad y su misticismo le hicieron ganar muchos adeptos. Durante su estancia en el Cairo Zevi se casó con Sara, una judía de Polonia cuyos padres habían sido asesinados por los cosacos, se había criado con monjas católicas y había acabado como prostituta aunque curiosamente afirmaba que había nacido para casarse con el Mesías. Sara fue traída desde Livorno por deseo expreso de Zevi, que había soñado con ella al parecer. Zevi había estado casado ya dos veces por imposición de los jefes de la comunidad hebrea, aunque había acabado divorciándose en ambas porque el matrimonio no le permitía mantener la pureza que su cargo requería a su entender. El hecho es que la tradición decía que la mujer del Mesías sería una prostituta. Eso, unido al carisma y la belleza de Sara, hizo que Sabbatai Zevi tuviese por aquel tiempo más de un millón de seguidores y que se le empezase a conocer en todo el mundo, de manera que en 1665 volvió a Esmirna en olor de multitudes y fue proclamado Rey de los judíos en la sinagoga en una ceremonia a la que acudieron todos los hebreos de la ciudad. Entonces declaró que las viejas leyes ya no eran válidas, puesto que las prohibiciones y la sobriedad de la religión se debían a la espera. Ahora que el Mesías había llegado era hora de alegría y jolgorio, y durante un tiempo esta fue la norma entre los judíos del imperio turco y también entre muchos cristianos y musulmanes que se le unieron. Los judíos ortodoxos sin embargo empezaron a recelar y a hablar de la mala influencia de Sara sobre su “Rey”. Se aproximaba el año esperado y la popularidad del Mesías llegaba hasta las colonias judías de sitios tan distantes como Ámsterdam, las cuales eran muy proclives a aceptarle después de la guerra de los treinta años que había asolado Europa y era lo más parecido a la época de muerte y pestilencia que las escrituras decían que precedería al Mesías. En algunos lugares de Europa los judíos empezaron a pensar en un nuevo éxodo y se contaron historias sobre el regreso de las tribus perdidas de Israel.
En 1666 Sabbatai Zevi se proclamó Rey de reyes y declaró que viajaría a Constantinopla para que el sultán le cediese su trono. En lugar de eso se encontró con el Gran Visir Ahmed Köprülü, quien lo desterró a un castillo en Abydos. Lejos de ser una prisión, el castillo de Abydos se convirtió en una especie de corte, donde prosiguió sus fiestas y jaranas, así como sus contactos con sus fieles a lo largo y ancho del mundo. Desgraciadamente sus innovaciones crearon disturbios en las comunidades judías, y causaron persecuciones contra ellos en varias. Finalmente, cansado de rumores que decían que Zevi estaba preparando una revuelta, el sultán Mehmed IV le mandó llamar y le obligó a hacerse musulmán para evitar el cadalso. Zevi aceptó y la mayoría de sus adeptos le abandonaron. No obstante, algunos de ellos pensaron que era solo una manera de poder convertir a miles de musulmanes y Zevi empezó a jugar un doble juego, convenciendo al sultán de que lo que de verdad hacía era convertir judíos al Islam. Al final, cansados de sus trucos, los turcos lo exiliaron a Dulcigno en Albania, donde murió en 1676.
Pese a todo algunos siguieron fieles después de su muerte y aún hoy existen comunidades en Turquía y otras partes de Europa de los llamados sabateos o Donmeh (apostatas en turco). En el siglo XVIII uno de ellos, el polaco Jacob Frank, llegó a declararse la reencarnación de Sabbatai Zevi.
La historia de los judíos está llena de persecuciones, matanzas y todo tipo de desgracias que los han convertido en un pueblo único. Su constante vagar por el mundo fue siempre acompañado de la idea de ser el pueblo elegido que solo esperaba una señal, un Mesías que les devolvería la gloria. A lo largo de la historia fueron varios los que se apropiaron de este título, uno de los últimos y puede que el más notable fue Sabbatai Zevi.
Nacido en una familia sefardita de Esmirna, Sabbatai Zevi fue destinado al sacerdocio desde la infancia. Su padre, agente comercial de una compañía inglesa, le llevó pronto a la escuela del rabino Joseph Escapa, donde se enseñaba la Torah y el Talmud. Parece que desde el principio el joven Zevi estuvo más interesado en la Cábala y empezó a convertirse en un místico. El hecho de haber nacido el día en el que se conmemora la destrucción del templo de Jerusalén y el contacto con las ideas de los milenaristas ingleses que esperaban el fin del mundo para 1666, así como el hecho de que los judíos esperasen al Mesías en 1648, le llevaron al convencimiento de que él mismo era el elegido. En 1648 se proclamó Mesías de los judíos diciendo en voz alta el nombre de Dios en un altar, algo totalmente prohibido para los hebreos. Para entonces ya tenía un gran número de seguidores en su ciudad natal. En 1651, hartos de sus pretensiones, los judíos de Esmirna le echaron de la ciudad con sus discípulos. Posteriormente fue expulsado de Salónica (donde se casó con la Torah en una ceremonia considerada sacrílega), Atenas, Constantinopla y varias ciudades más del imperio otomano, pese a lo cual su fama iba creciendo, y algunos de los más famosos rabinos se ponían de su parte. Al final acabó recalando en el Cairo bajo la protección de un rico judío funcionario del sultán. En 1663 viajó a Jerusalén, donde su aparentemente profunda piedad y su misticismo le hicieron ganar muchos adeptos. Durante su estancia en el Cairo Zevi se casó con Sara, una judía de Polonia cuyos padres habían sido asesinados por los cosacos, se había criado con monjas católicas y había acabado como prostituta aunque curiosamente afirmaba que había nacido para casarse con el Mesías. Sara fue traída desde Livorno por deseo expreso de Zevi, que había soñado con ella al parecer. Zevi había estado casado ya dos veces por imposición de los jefes de la comunidad hebrea, aunque había acabado divorciándose en ambas porque el matrimonio no le permitía mantener la pureza que su cargo requería a su entender. El hecho es que la tradición decía que la mujer del Mesías sería una prostituta. Eso, unido al carisma y la belleza de Sara, hizo que Sabbatai Zevi tuviese por aquel tiempo más de un millón de seguidores y que se le empezase a conocer en todo el mundo, de manera que en 1665 volvió a Esmirna en olor de multitudes y fue proclamado Rey de los judíos en la sinagoga en una ceremonia a la que acudieron todos los hebreos de la ciudad. Entonces declaró que las viejas leyes ya no eran válidas, puesto que las prohibiciones y la sobriedad de la religión se debían a la espera. Ahora que el Mesías había llegado era hora de alegría y jolgorio, y durante un tiempo esta fue la norma entre los judíos del imperio turco y también entre muchos cristianos y musulmanes que se le unieron. Los judíos ortodoxos sin embargo empezaron a recelar y a hablar de la mala influencia de Sara sobre su “Rey”. Se aproximaba el año esperado y la popularidad del Mesías llegaba hasta las colonias judías de sitios tan distantes como Ámsterdam, las cuales eran muy proclives a aceptarle después de la guerra de los treinta años que había asolado Europa y era lo más parecido a la época de muerte y pestilencia que las escrituras decían que precedería al Mesías. En algunos lugares de Europa los judíos empezaron a pensar en un nuevo éxodo y se contaron historias sobre el regreso de las tribus perdidas de Israel.
En 1666 Sabbatai Zevi se proclamó Rey de reyes y declaró que viajaría a Constantinopla para que el sultán le cediese su trono. En lugar de eso se encontró con el Gran Visir Ahmed Köprülü, quien lo desterró a un castillo en Abydos. Lejos de ser una prisión, el castillo de Abydos se convirtió en una especie de corte, donde prosiguió sus fiestas y jaranas, así como sus contactos con sus fieles a lo largo y ancho del mundo. Desgraciadamente sus innovaciones crearon disturbios en las comunidades judías, y causaron persecuciones contra ellos en varias. Finalmente, cansado de rumores que decían que Zevi estaba preparando una revuelta, el sultán Mehmed IV le mandó llamar y le obligó a hacerse musulmán para evitar el cadalso. Zevi aceptó y la mayoría de sus adeptos le abandonaron. No obstante, algunos de ellos pensaron que era solo una manera de poder convertir a miles de musulmanes y Zevi empezó a jugar un doble juego, convenciendo al sultán de que lo que de verdad hacía era convertir judíos al Islam. Al final, cansados de sus trucos, los turcos lo exiliaron a Dulcigno en Albania, donde murió en 1676.
Pese a todo algunos siguieron fieles después de su muerte y aún hoy existen comunidades en Turquía y otras partes de Europa de los llamados sabateos o Donmeh (apostatas en turco). En el siglo XVIII uno de ellos, el polaco Jacob Frank, llegó a declararse la reencarnación de Sabbatai Zevi.
7 Comments:
Impresionante, hdc, menuda historia. Impagable cuando se convierte al Islam... "sí, soy el Mesías, pero la verdadera religión es ESTA" :D
Por cierto, que no es el único, ni el último: http://en.wikipedia.org/wiki/Messiah#Menachem_Mendel_Schneerson
Por eso puse el penúltimo, porque estaba seguro de que habría más, aunque solo fuese David Koresh ;)
Está claro que la gente queire creer. Seguimos a cualquier grillao hasta la muerte, sin preguntarnos más. En fins...
Excelente, hdc.
¿Paar cuándo el libro?
Para febrero.
Yum! Avisa!
Interesantísima historia. he descubierto tu blog gracias a librode notas (www.librodenotas.com). Un saludo.
Biografia digna de ser llevada al cine
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